Sesión de psiquiatría.

Doctora - D:

Carlos - C: 

Rosa- R:

Luis- L: 

Ambientación: El cuento debe ser leído escuchando   Igor Stravinsky: Orpheus (1948) 

Te dejo el enlace al finalizar la entrada. 


Sesión de psiquiatría. 

D:  Buenos días, sigue y toma asiento ¿En qué te puedo colaborar?

 ¿Cómo es tu nombre? 

C: Hola, soy Carlos, he pedido la cita porque tengo un problema. Me da mucha pena decirlo, pero está afectando mi vida. 

D: No te preocupes, si quieres podemos empezar hablando sobre otros temas primero. Ya cuando te sientas en más confianza o más tranquilo me cuentas cuál crees que es el problema a tratar. 

C: Vale, muchas gracias. 

Carlos es un joven de ojos café oscuro, sus pestañas son abundantes y esto hace que su mirada sea muy profunda. Incluso sus ojos grandes hace que se sienta el interés de verlos. 

Debe tener unos 25 años, se ve aparentemente saludable. Incluso su cuerpo es atlético, tiene los brazos bien contorneados y su camiseta blanca deja ver un par de bíceps bien definidos. No suelo ver a mis pacientes con tanto detalle, pero, un cuerpo así... no es fácil que pase desapercibido.

D: ¿Con quién vives?

C: Vivo solo

D: ¿En apartamento o en casa?

C: Un apartamento pequeño, salí de casa muy joven, tendría más o menos 20 años. 

D: ¿Cuántos años tienes en este momento?

C: 28 años.

D: ¡Vamos! Te ves mucho más joven, pensé que eras menor. 

Sonríe y me lanza una mirada. Su risa es realmente impactante. Tiene labios gruesos y rojos que parecían mantenerse húmedos de manera natural. Sus ojos se entrecierran un poco haciendo que parezcan aún más oscuros. 

- Pienso, ¡OH! ¡Por Dios! Qué es esa sonrisa. 

Lo miro seriamente sin dejar que mis pensamientos sean evidenciables.

Sonrío con mesura y continúo. 

D: ¿En qué trabajas?

C: Soy artista

D: Qué interesante ¿Cantas? ¿Escribes?

C: No, pinto. 

D: ¿Vendes tus cuadros?

C: Sí, me he presentado a un par de becas en arte y he podido hacer algunas exposiciones. He podido vender algunas obras... No es mucho, pero alcanza para vivir... y bueno... pagar terapia. 

- Nos reímos los dos. 

D: ¿Tienes novia, amigos, pareja?

C: Sí, precisamente por eso vengo. Se llama Ana, nos conocemos desde pequeños. Somos amigos del colegio. Ella me encanta, creo que la amo, pero... no somos novios, en realidad, no somos nada. Desde que tenemos 17 años cada vez que estamos solos parece que nos vamos a fusionar. 

                    Nos besamos, nos abrazamos, nos tocamos...

D: ¿Y por qué no es tu novia? ¿Por qué se quedaron en ese lugar de amigos sexuales y ya? ¿Acaso ella no te quiere?

C: Todo lo contrario, creo que me ha querido tanto y por tanto tiempo que dentro de poco empezará a odiarme. Y me da miedo. 

Además, te aclaro, nosotros no somos amigos sexuales. Nosotros nunca hemos tenido sexo. 

- Creo que por más que intentaba tener una expresión sobria en mi cara fue inevitable la sorpresa.

D: ¿Qué? ¿Llevan todos esos años y nunca se han acostado?

- Este hombre tiene que ser impotente, pensé. 

C: Sí, entiendo su sorpresa doctora. No hemos tenido sexo porque ella nunca ha querido. Dice que no se va a costar conmigo porque yo nunca la he valorado. Se pone dramática y entonces yo prefiero escapar de la situación. No me gusta pelear con ella. 

D: Oye, discúlpame pero no te estoy entendiendo. ¿Por qué ella cree eso?

C: Porque cuando estamos solos, lo único que hace falta es la penetración, de resto lo hemos hecho todo. 

        todo … TODO. 

- Me dice arqueando las cejas. 

Unas cejar pobladas que alcanzan a invadir un poco sus cienes.

Cuando me dice TODO y sube las cejas alcanzo a sentir una punzada en el vientre. 

D: Ok, entiendo. ¿Pero?

C: Pero, cuando estamos con otras personas, no soy capaz. La verdad es que ella, es fea. Es bajita, gorda, tiene gafas, un pésimo gusto para vestirse. Es fatal. No quiero que las personas vean que estoy besando a una fea. Me da vergüenza. 

- En mi mente grito: Tú no estás enfermo. Tú no tienes un problema. Lo que tú eres es un maldito cafre. ¡Machista! ¡Infeliz!

- Cuando abro mi boca procuro hacerlo con una voz suave y comprensiva...

D: Entiendo... Pero, antes me dijiste que creías que la amabas ¿No te parece contradictorio?

C: Sí, yo sé doctora por eso estoy aquí. Cuando en uno de sus ataques de histeria, totalmente justificados, ella me dice que no va a volver, que soy un idiota. Yo siento que me muero, que si ella de verdad se fuera, yo no podría vivir. 

Luego, empieza la fiesta, llegan las mujeres guapas y todo vuelve a comenzar. Ella usa el sarcasmo como método de defensa y me hace ver como un estúpido. Cada vez que ella hace un comentario así,  yo le digo... vamos estas resentida porque no he querido ponerte cuidado. Lo siento amiga a mi solo me gustan las chicas lindas y es obvio que esa no eres tú. 

Pero, cuando todo termina y el salón queda solo, nosotros nos besamos desesperadamente, yo la toco, beso sus pechos y la disfruto hasta que ella se cierra y dice: 

                 * No más, tú no te mereces más. 

¡Maldita sea! ¿Cómo me dice eso después de semejante calentura?

Ya no puedo seguir más así, doctora, la tengo que dejar. 


 - POR DIOS,  esto es verdad. No puede ser. Aquí quien necesita terapia, realmente, es ella. No tú IDIOTA. Tú eres Un completo imbécil. Y ella tiene la autoestima por el piso. Pobre mujer...En qué momento se le apareció este majadero en el camino.

Con cara de simpatía y voz muy amable le digo.

D: ¿La vas a dejar aunque la ames?

- Me paro despacio y tomo el termo con agua que se encuentra en el estante detrás del escritorio, lo destapo y me doy cuenta que está vacío. No hay ni una gota de agua. 

D: Me puedes disculpar un segundo. Necesito ir a llenar el termo. ¿Te parece bien si piensas tu respuesta mientras regreso?

- Él asiente con la cabeza. 

Cuando me paro y camino hacia la puerta siento su mirada clavarse en mi trasero siguiendo cada paso. Al cerrar la puerta me doy cuenta de que mis mejillas están muy rojas.

-Es un completo insensato.

Me voy caminando hasta la cocina, abro la llave y dejo caer agua hasta que el termo está lleno. Mientras el agua cae se me vienen sus palabras una y otra vez a la cabeza. Ella es fea, me da vergüenza ... Me pregunto. ¿Quién será ella? ¿Sufrirá de estrabismo? ¿Le faltará alguna parte del cuerpo? Igual, ninguna de estás serían justificaciones para hacer o pensar como este hombre. 

NO lo entiendo. No comprendo cómo una mujer se puede aguantar todo esto. 

Llego de nuevo al consultorio y vuelvo a sentir su mirada acosadora hasta que mis nalgas están en la silla. 

Mientras le pregunto ¿Qué has pensado? él mira mis labios. 

Mientras tanto mi cabeza no hace más que repetir PELELE, PELELE, PELELE... Vienes a este consultorio diciendo que estas desesperado emocionalmente y a la primera distracción te vuelves un machito tumba - locas. ¡Qué pendejo!

C: Estoy confundido, no creo que pueda tener una respuesta hoy. 

D: Tienes razón. Esto hay que trabajarlo con más sesiones. Por hoy se nos ha terminado el tiempo, pero te voy a dejar las órdenes para que al salir programes con la recepcionista las siguientes tres citas. 

- Sale del consultorio y yo salgo detrás de él.

D: Rosa, hazme un favor, prográmale las siguientes tres citas al paciente. 

R: ¿Con usted doctora? 

D: No, con el doctor Luis Franco, es un caso para su especialidad. 

- Carlos impresionado abre los ojos con cara de indignación. 

C: ¿Qué? NO, doctora. No me gusta que me atienda un hombre. 

D: ¡OH! Carlos, pero él es especialista en casos como el tuyo (De abusivos) Todos los antecedentes quedarán en la historia clínica. No tendrás que volver a contar la situación. Él arrancará donde lo dejamos hoy. No te preocupes estoy segura que con él te irá muy bien. 

- Asiente con cara de aburrido y programa las sesiones. 

-Yo vuelvo al consultorio y levanto el teléfono, marco la extensión del consultorio del lado. 

Una voz gruesa contesta: 

L: Siii

D: Luis, te acabo de remitir un casito.

Un hombre con trastorno de personalidad narcisista. Tiene una chica entre la espada y la pared. Lleva 11 años martillándole la autoestima y no ha podido hacer su vida. Apenas consigas su nombre ¿me lo podrías dar? 

Me encantaría ayudarla. 

L: Haré lo que pueda. 

D: Gracias, besos... 

- Cuelgo el teléfono y lo vuelvo a levantar, toco el botón de altavoz y llamo: Diego Méndez pase por favor al consultorio 105, primer piso. 



 












Comentarios

Entradas populares de este blog

Apenas han pasado tres días

Manual tácito para superar una tusa

¿Está bien descualquierarse?