Manual tácito para superar una tusa


 

Hablando de tusas, es interesante reconocer que pareciera existir un manual tácito sobre cómo liberarse del dolor. En lo explícito, desde la psicología nos hablan de las etapas del duelo: primero la negación, luego la tristeza, seguida de la rabia, la aceptación y, finalmente, la resignación. Claro, siempre hacen la salvedad de que estas etapas se pueden vivir en momentos distintos, solapadas entre sí, con mayor intensidad unas que otras y no necesariamente en el mismo orden. Cuando escuchaba hablar sobre esta teoría del duelo, no podía evitar ver a Homero Simpson en el consultorio viviéndolas todas en un mismo minuto. Y es que, más o menos, así me pasa a mí. Yo, que he sido precocita desde pequeña, queriendo vivir todo lo más rápido posible y en tiempo récord, me he visto sintiendo y despertando emociones que no sabía que habitaban en mí.

La máxima para que el aprendizaje funcione en este nivel de precocidad es vivir la experiencia, reflexionar en simultáneo, reconocer por dónde pasa en el cuerpo, ponerle nombre, racionalizar causa/efecto y aceptar que las causas y efectos pueden ser necesarios o accidentales. Desde ese lugar, tomar la decisión de si es algo de lo que me puedo hacer cargo o, definitivamente, lo único por hacer es soltar. Entendiendo esta manera, que me funciona a mí, se procesan las experiencias en tiempos cortos. Siempre con el miedo de estar evadiendo o haciendo trampa al recorrido completo, evalúo de manera permanente el procedimiento, como si fuera un experimento científico. Lo maravilloso de aplicar este método es que se ven resultados muy rápidos. Esto en cuanto a lo explícito formal.

Otra cosa es el proceso tácito del duelo, del que forman parte todos los rituales, mitos, leyendas y prácticas que la historia tusística ha ido recopilando como el deber ser para que, al final del camino, podamos decir que el antiguo amor ha sido superado. Dentro de estas se encuentran el viaje solo, el salir con amigas y amigos con los que uno no se veía hace años, ir al cine solo, comer solo, adelgazar, ponerse más buena y mamacita que nunca, empezar a coquetear con desconocidos (este ejercicio es fundamental para subir la autoestima y el autoconcepto), no recomendado por psicólogos, sino por la ya bien reconocida sabiduría popular. Empezar a ganar mejor sueldo, dejar o ganar malos vicios según sea el caso y la necesidad, volver a sentirse incómoda de tener que llegar a acuerdos con otros sobre el tiempo y las decisiones propias. Cuando se llega a ese momento, estás lista para decir: "Ni por el putas volvería a donde estuve antes".

Ahora que ando sola, manejo mis tiempos, como, bailo, salgo, juego, canto cuando quiero, lo que quiero, cuanto quiero. En ese momento, aparecerán los hombres con disposición emocional para decirte que quieren amarte y tener una relación. Entonces, estarás tú preparada para decir: "El antiguo amor ha sido superado". El problema es que los venideros también. ¡Ni por el putas vuelvo a ese lugar!

Comentarios

  1. Está muuuuuyyyy bueno! Me encanta como escribes.

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  2. La cuestión es ¿hasta dónde podemos volver a superar nuevamente una pérdida? la cuestión radica en que cada nueva relación conlleva nuevas cosas, experiencias y situaciones, dando lugar a diversas formas de afrontar las pérdidas al final y los distintos duelos.

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