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Mostrando entradas de abril, 2025

Historias de Uber

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Martín tiene 17 años pero le dice a los pasajeros que tiene 19, porque nadie confía en un conductor de Uber de 17, por más experto que sea. Se aprendió las rutas de Bogotá mejor que cualquier taxista veterano, sabe dónde no meterse después de las ocho y cómo librarse del trancón de la Caracas a las cinco. En su carro siempre hay música, buena música. Dice que el ambiente lo pone uno, no los pasajeros. Uno de sus primeros clientes fue un señor de unos cuarenta, serio, con acento caleño y cara de quien ha visto cosas que no se cuentan. Al principio no hablaba, pero a mitad del recorrido empezó a soltar frases como piedritas de río: redondas, contundentes, sabias. “Ahorre, mijo. Desde ya. Así sea poquito. Ahorre.” Después vino el sermón: que estaba bien que trabajara, que en su vida nunca había visto un sicario o una prostituta millonarios. “La plata que llega fácil, se va volando, como mujer ajena”, soltó con una risa amarga. “Y no jugués con fuego, que te quemás.” Lo dijo dos, tres ve...

Casi Nada

Lo que más duele del casi algo es que es casi nada. Pero lo suficiente para doler. No fue una historia. Ni siquiera un cuento corto. Fue más como un párrafo inconcluso, una frase bonita escrita a lápiz en la mitad de una servilleta arrugada. De esas que uno guarda sin saber por qué, hasta que un día la encuentra y recuerda que también eso existió. El problema del “casi” es que uno empieza a imaginar el resto. Lo que pudo ser. Lo que tal vez. Lo que quién sabe. Y eso llena más que la propia historia. Duele más también. Porque uno no extraña al otro, extraña la promesa. El posible. El lugar tibio al que la imaginación ya se había mudado sin permiso. Antes las conexiones requerían modo, tiempo y lugar, como los crímenes. No era fácil sentir mariposas en el estómago, porque se necesitaba dedicación de ambas partes, coincidir en un mismo instante, en una misma frecuencia. Se requería algo que la gente ya no quiere dar: tiempo . Ahora todo es fugaz. Las relaciones se han vuelto sexualm...

Canciones en el equipaje

  Desde hace algún tiempo, pongo banda sonora a cada una de las cosas que hago. La frase música para planchar ha cobrado un verdadero sentido para mí. Hay música para cada situación: la música de bañarse, de maquillarse, de peinarse, de escribir, de cocinar, de sacarle punta al lápiz, de pasear a la perra, de cantar, de reír, de llorar, de caminar, de hacer oficio… de planchar  claramente.  Cada persona, momento o situación tiene su banda sonora.                                                                                                     A ti te llamaré Colegiala de Paté de Fuá.  Así, la vida se va llenando de razones, sentidos, emociones. Somos emociones, como dice la canción de La Derecha. Adolescencias llenas ...