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Mostrando entradas de julio, 2025

David y el hilo rojo

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Las Diosas, que no tienen nada mejor que hacer que jugar con las vidas ajenas, ataron a Juana no uno, sino varios hilos rojos. No por desordenadas, sino porque sabían que su corazón no era para un solo destino. Ella iba a morir a mitad del camino y reencarnar. Ella iba a necesitar varios fuegos para encender sus ganas de vivir. Uno de esos hilos apareció hace veinte años, con un hombre que se volvió cicatriz, recuerdo y espinita al mismo tiempo. Un amor breve, pero de esos que se quedan como un tatuaje invisible: arde cuando lo tocas con la memoria. Y aunque Juana tomó otro camino, el universo, sarcástico y burlón como siempre, estira ese hilo de vez en cuando, solo para tentarla. Otro hilo, más grueso y pesado, la ató por veintiún años a un hombre que fue sombra, rutina y costumbre. Un hilo que parecía amor hasta que un día empezó a apretar tan fuerte que casi le roba el aire. Y Juana, valiente y con cicatrices en el alma, decidió cortarlo. Porque a veces soltar no es perder: ...

Reencarnada y conectada: una red de hombres, fórmulas y vacíos.

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 Lo bueno de haber vivido tanto a tan corta edad es que cuando todo termina, se siente como si una hubiera muerto y reencarnado. Con la distancia del tiempo, las escenas del pasado aparecen así, en tercera persona: —Ah sí, eso yo lo viví... pero en mi otra vida. —Ah sí, claro, eso fue antes de que reencarnara. Duré 20 años frecuentando a las mismas personas, en los mismos espacios, con el mismo entorno, el mismo código. Y ahora, cada vez que conozco a alguien nuevo —cosa que ocurre con cierta frecuencia desde que decidí volver a estar viva— pienso inevitablemente en la teoría de redes de Leonhard Euler. Sí, esa. La que dice que todo sistema —personas, neuronas, ciudades, ideas— se comporta como una red, compuesta por nodos (las personas) y enlaces (las conexiones). Y no lo digo yo. Lo dice la matemática, la sociología, la física, la computación y hasta el algoritmo de Instagram cuando te sugiere el ex del ex de tu amiga que alguna vez fue tu casi algo. Y según esta teorí...

El frabulloso día.

Mis dos hijos nacieron en domingo. Uno cinco años después del otro. Mis dos hijos llegaron con el número 5. Uno a las 5:00 a.m. El otro a las 5:00 p.m.         Hoy hace 18 años me estrené como mamá. Hoy hace 13 años tuve a mi último hijo. Hoy hace 18 años de mis pechos brotó leche por primera  vez. Hoy hace 13 años sería la última vez que lactaría en mi vida. Soy madre desde hace 18 años.  Los he visto crecer.  Los he visto reír.  Los he visto llorar. Y ellos a mi.  Hoy es el frabulloso día.  Un día para celebrar su vida y mi maternidad.

Entre Drexler, los algoritmos y mi falta de cordura.

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  Últimamente siento que el algoritmo me quiere decir algo. Que el universo me quiere gritar algo. Porque últimamente Jorge Drexler está ahí. Suena sorpresivamente una canción en la radio… la trama y el desenlace. Entro a Instagram y me lo encuentro en un en vivo, ahí mirándome con esa cara de sabio cómplice que se ha leído todos tus diarios íntimos, esos diarios que ni siquiera escribiste. Conozco a una nueva persona y de pronto… ahí está saliendo Drexler en medio de las conversaciones con un apenas encontrado. No sé si es brujería, sincronicidad, o que le di demasiados likes a videos suyos mientras lloraba con vino, pero el hecho es que Drexler está en mi vida. Y no pienso echarlo. Disfruto inmensamente su compañía, su voz sexy y sabia. Hoy me apareció “Tinta y tiempo” como quien no quiere la cosa. Y ¡pum!, me acordé que el tipo además de cantautor es médico, uruguayo, filósofo accidental, poeta contemporáneo y probablemente parte de una orden secreta de hombres que saben dec...