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Mostrando entradas de 2021

La Mala

  Ella era mala, desde que nació su mirada no era como la de cualquier niña. A la única que despertaba ternura era a su mamá. Ninguna de las enfermeras, en el hospital, quería alzarla. Cuando la tomaban en brazos su mirada odiosa se clavaba sobre los adultos haciéndoles sentir miedo. Por eso, al nacer, solo duró tres horas en el hospital. La doctora que la recibió ordenó las vacunas, espero que hiciera popo como es rutina. Luego de esto no soportó verla. El temor que producía percibir maldad en una recién nacida hizo que todos quisieran alejarse de ella lo antes posible.   El enamoramiento que producen las hormonas de parto hacían que su mamá la viera como el ser más hermoso y angelical. Sin embargo, las hormonas duran unos pocos días en empezar a bajar. Tal vez, sería el tercer día cuando mamá empezó a notar cómo su beba sentía placer al generar dolor o sufrimiento a otros. Le mordía y jalaba el pecho mientras la miraba desafiante.   A los tres años, s...

CONDENADO A MUERTE

Era la primera vez que lo condenaba  a muerte. No entendía por qué, no conocía los hechos. Yo solo estaba allí, esperando verlo y despedirme. Las paredes eran completamente blancas, de baldosín brillante. Entre un espacio y otro, había una ventana grande de vidrio transparente. Se podía ver todo lo que pasaba en el cuarto contiguo.   Me acerqué a varias enfermeras y les pregunté:  -         Vengo por el caso de Juan R. ¿saben dónde puedo verlo? -      Sí claro, su ejecución está programada a las 10:30 a.m. Son justo las 10, si se apresura, tal vez, alcance a encontrarlo vivo para despedirse.   30 minutos era muy poco. Caminé entre los pasillos, miraba por las ventanas y en cada habitación veía personas pero en ninguna estaba él o alguien conocido.  Al fondo otro cubículo blanco, lleno de enfermeras. Todas vestidas de blanco de la cabeza a los pies.  -       ...

POR TUS OJOS

-            ¿Cómo me reconociste? -           Por tus ojos   Luego de no versen ni hablar por más de 5 años, ella encontró su número de teléfono escrito en una esquina de papel roto, que había guardado en el bolsillo de una chaqueta con las siglas TR. La manera como estaba conservado el pedazo de papel y el lugar donde lo había guardado parecía haber sido puesto con toda la intensión de olvidarlo y encontrarlo tiempo después.   No era mentira, en realidad no tenía ni idea a quién pertenecía el número. Pero presentía que si lo había conservado en el bolsillo de esa chaqueta, olvidada en el armario, era por que la Mónica del pasado le estaba dejando una señal.   -           ¡Llama! Era la orden imperativa.   Tomó el celular, pero prefirió no marcar. Una de las cosas que menos le gustaba hacer era hablar por teléfono. Se sentía ridí...

El sonido en la ventana.

SSS... SSSSSSSSS... El ruido en la ventana. SSSS el sonido empezó a impacientarme. ¿Qué era lo que sonaba? Parecía el sonido de corriente, tal vez un cable suelto. Seguramente algo estaba haciendo corto. El desespero y la curiosidad me hizo parar de la cama a ver qué era... pero, no veía nada. Desperté a mi compañero.  - Hay un sonido exasperante ¿no lo escuchas?, no he podido dormir en toda la noche. Hay algo en la ventana que golpea y hace ruido, parece corriente.  Él se paró y miró. - No veo nada. pero, recuerdo haber escuchado este mismo sonido en la tarde.  ¿Cómo? ¿ya lo había escuchado y no hizo nada? ¿Cómo es posible?  Yo llevaba cinco horas despierta tratando de descubrir qué era ese sonido tan irritante. Empecé a mover las cortinas agitadamente. Detrás salió, moribunda, una polilla. Grande, gruesa, café. Con las fuerzas que le quedaban, luego de haber golpeado la ventana por más de 7 horas voló y como si lo hubiera planeado calló en la papelera.  Ya más...

La virginidad de las madres.

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A propósito de la reciente navidad y las respectivas tomatas decembrinas (una costumbre muy colombiana) he pensado acerca de la castidad de las madres, y pues tengo noticias queridas y queridos lectores. Con más alegría que pena tengo que contarles que la última generación de madres virginales son en este momento las abuelas de adolescentes.  Es decir, aquellas madres que luego de tener hijos desplegaban su abnegación y entrega total, están en vía de extinción. Digo que más que preocuparme me alegra porque considero que esas madres que lo entregaron todo en nombre de la maternidad: Su individualidad, su personalidad, su tiempo, que se sacaron el pan de la boca para entregarlo a sus hijos e hijas terminan gestando seres humanos llenos de miedos, cargos de conciencia y culpas, esto lo digo con pleno conocimiento de causa, pues... Soy hija de una mujer de esa generación. A diario le agradezco los cuidados que tuvo para mi y mis hermanos. Pero, también a diario recuerdo los miedos, los...