Con ojos de turista
Con ojos de turista veo la lluvia, disfruto el cielo. El olor a pavimento mojado me saluda. Caminar sola bajo la lluvia es una de las experiencias que más disfruto por estos dias. Tengo buenos recuerdos que me ha dejado la lluvia. El abrazo, la mano fría que hace 23 años me rozaba, fingiendo ser accidental.
Los labios fríos que buscaban mi cuello, mientras el uniforme del colegio se me pegaba a las piernas, al torso, al pecho. Y yo quería quitarme. Sin tener la valentía de hacerlo.
La tarde que me columpié mientras veía como se inundaba el parque. Y sentía el frío... helado con cada gota de lluvia que bajaba por mi espalda. Años después, me veo saltando en los charcos y la sonrrisa de ese niño de 5 años que disfrutaba más que yo cada gota de agua que le llenaba sus botas.
Luego caminabamos buscando los charcos más grandes para poder saltar y salpicar. Que linda es la lluvia. Se lleva todo. Las personas corren a esconderse mientras yo camino despacio. Muy despacio dándole permiso de acariciarme.
Qué linda es la lluvia, abre canales de nuevos recuerdos y nos da permiso de volver a ser, de jugar y disfrutar cada gota juguetona como una invitación sensual para recordar que somos agua.
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