La llamada

Recuerdo hace algunos meses en una fiesta de tragos, Elizabeth, quién era mi jefa en ese momento, nos contó cómo alguien terminaba siendo "directora de enfoque diferencial" de una Secretaría Distrital. Esos son de esos trabajos que no están publicados en ningún lado, hasta ese día era un misterio para mí, cómo se consigue uno un trabajo de esos. Que me digan el secreto por qué yo quiero. Ese día ella contó que estaba sentada en la sala de su casa, sentada, ya no me acuerdo haciendo qué, digamos que mirando para el techo. Hay personas en la vida que tienen ese tipo de privilegios. También contó que de pronto sonó el teléfono, y al otro lado una voz muy amable, segura, pero ante todo empática le preguntó, ¿usted quiere ser directora? Yo no lo podía creer. ¿Hay gente a la que le dan trabajo sin buscarlo? ¿Cómo?

A la pregunta ella respondió sí, y luego de dos o tres meses era nuestra jefa. En ese momento les dije en voz alta a todas que ahora tenía un nuevo sueño. Quería estar sentada en mi casa y que alguien me buscara un día para ofrecerme de un empleo, eso sí, no cualquier empleo. Quiero que alguien me pregunte un día. Disculpe, no queremos interrumpir  su meditación, pero, ¿le gustaría trabajar con nosotros? Vamos cambiar el mundo con su creatividad y nuestro dinero. Ese sueño acompañaba a otros dos, muy similares, el primero era tener un trabajo en el que fuera necesaria de verdad, un trabajo en el que no me pudieran decir, detrás suyo hay como 10 haciendo fila. El segundo, era tener un trabajo con prestaciones, quiero recibir un sueldo. Como lo recibieron mi  mamá y mi papá. Yo soñaba con un trabajo en el que me dieran vacaciones pagas 1 vez al año. Todos esos sueños casi imposibles para alguien que estudió filosofía, en pleno siglo XXI, en un país como Colombia.

Hoy, con la boca llena de comida contesté el teléfono: ado. Al otro lado una voz muy joven preguntó: por favor la señora Diana Katherine. Pensé, otro banco. Con la boca atarugada de comida seguí: sí, con ella había. 

De pronto, algo increíble, al otro lado: la estamos llamando porque Elizabeth nos dio su teléfono, ella la recomienda para un trabajo de gerente de proyectos. ¿Qué? ¿Cómo era posible? Ya había pasado más de un año de la noche en la que, con tragos en la mano, había decidido volver esto un sueño. Y, hoy sin poder vocalizar por el arroz que tenía en la boca se hacía realidad. 

Yo ya había olvidado que esto estaba entre mi lista de  cosas que quiero que me pasen. Pero, al parecer a Elizabeth no se le olvidó. Hoy ella me ha hecho ridículamente feliz, logro que me llamaran a ofrecerme un empleo, tal vez, no me lo den. Pero, no saben lo divertido que es que con la boca llena de comida te ofrezcan un empleo sin estarlo buscarlo. 

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