Nadie es profeta en su tierra


En su tierra ningún profeta es rey. O, todo profeta es un charlatán. Como sea; lo que sí es cierto es que donde uno nació y vive, nadie le cree. Quién le creyó a Siddharta Gautama que sería Buda; ¡nadie! Para su mamá y su papá él solo fue un hijo desobediente, malagradecido y vago. Para su esposa un mal polvo, además desconsiderado. Y, para su hijo un padre ausente.

¿Quién en Jerusalén le creyó a Jesús que era el hijo de Dios? … muy pocos. Solo doce vagos iguales que él. Y eso, con sus dudas. Ahí tenemos a Santo Tomás, hasta no ver, no creer. Cuando conocemos al artista, al ser humano detrás de la maravilla que es el arte, no podemos creer que sea él o ella quien lo haya hecho. Vemos solo al ser humano lleno de defectos, que caga y eructa como cualquiera.

¿Jesús cagaba y eructaba? … Seguro sí, encarnar el cuerpo humano debe venir con todo el paquete. Buda, seguramente también lo hizo, sólo que un poco menos; porque comía y bebía mucho menos que los mortales promedio. Igual, los dos, son seres humanos que hicieron grandes cosas, y aunque, por tradición, nadie es profeta en su tierra, es importante empezar a creer en los proyectos de las personas que nos rodean. Bueno, si te queda difícil creer porque conoces a tu hermano y sus idotéces desde chiquito. Por lo menos, hay que tener curiosidad auténtica, no se sabe que terminemos siendo familia de un profeta. 


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